Crítica de "El viento se levanta" : una despedida agridulce

El viento se levanta es una película de Hayao Miyazaki. Dentro del género de animación. Basada en la novela corta "Se levanta el viento" de Tatsuo Hori y en el manga homónimo del propio Miyazaki. Es la duodécima y última película escrita y dirigida por Hayao Miyazaki (undécima solo si contamos las películas de Miyazaki en el Studio Ghibli).

La despedida de Hayao Miyazaki, “El viento se levanta”, llega a los cines españoles después de varios reconocimientos, incluida una nominación al Oscar a Mejor Película de Animación.

Para su despedida, Miyazaki ha decidido elegir una final de corte más clásico, intimista, personal y terrenal. El mundo de fantasía al que tiene acostumbrado a los espectadores sólo se muestra en pequeñas pinceladas a través de los sueños del protagonista.

La película narra la vida de Jiro Horikoshi, un ingeniero aeronáutico que desde niño ha soñado con crear aviones. Esa pasión le llevará a trabajar con Mitsubishi en una época difícil de la historia, es el período de entreguerras y la Segunda Guerra Mundial está a punto de estallar. El filme muestra su vida desde la más tierna infancia hasta su pleamar en el mundo de la aeronáutica.

Las sensaciones que transmite en su última obra son difíciles de calificar con palabras. Ante todo se está ante una de las películas más bellas del realizador. Si bien en los filmes de Studio Ghibli la belleza es el imperante, en “El viento se levanta” se hace hincapié en dicha virtud. Miyazaki consigue transportar al espectador a un viaje de ensueño, al mundo visceral de Horikoshi.

Y esa vida soñadora es donde Miyazaki logra su mayor efecto. La conjugación entre realismo e imaginación se puede calificar como el realismo mágico que sólo el director japonés podía transmitir. Su mezcla entre mundos visceral y terrenal hace su mayor virtud en la película.

“El viento se levanta” es la película del hijo al padre. Una hermosa elegía al pasado, una mirada a la memoria histórica familiar. Quizás para poder comprender mejor la película habría que entender cómo es la memoria colectiva de la sociedad japonesa. En un país occidental no habría tanta facilidad para producir un filme hermoso sobre los sueños de un ingeniero aeronáutico perteneciente a un gobierno de un antiguo País del Eje durante la Segunda Guerra Mundial

Sólo así se puede entender la falta de crítica hacia el personaje de Horikoshi, una figura un tanto oportunista a la que no le pesaba mucho el hecho que por hacer cumplir sus propios sueños se tengan que sesgar tantas vidas.

El ingeniero aeronáutico carece de claroscuros que le hubieran dado mayor complejidad. El realizador sólo desea mostrar los más íntimos anhelos del protagonista, poco más. Se agradece la puesta en escena de un amor trágico ya que ayuda a darle mayor humanidad al personaje principal. Esta actitud evidencia una situación social donde el deber colectivo al país supera cualquier tipo de pensamiento individual.

Esa parte negativa pone de manifiesto la falta de autocrítica de la sociedad japonesa. Es verdad que Miyazaki ya ha demostrado en anteriores películas suyas sus opiniones acerca de la sociedad japonesa, la falta de autocrítica de su nación como también sus ideas políticas como el pacifismo y el ecologismo. Sin embargo, en esta película sublima tanto la crítica que sólo los más apasionados de su obra serán capaces de ver.

Como si de un hijo que perdona los pecados de su padre gracias al amor que le profesa, Miyazaki le da un bello canto del cisne a su obra. Una belleza melancólica, un poema, un canto hermoso a la vida ya en la etapa más cercana a la muerte. Aun así el cineasta volviera a dirigir más películas, él prefiere dejar un testamento a su legado para así, en caso de contratiempos, no haya ningún cabo suelto.

“El viento se levanta” es la última perla dentro de esa cascada de esferas nacaradas que ha creado el cineasta. La nota final es un 7. No es su gran obra maestra pero sí un gran despedida.

Miguel Ángel Pizarro