Big Bad Wolves es una escrita y dirigida por Aharon Keshales y Navot Papushado. Estuvo en la selección oficial del Festival de Cine de Tribeca. Perteneciente al género de thriller y de nacionalidad israelí. Interpretada por Lior Ashkenazi, Tzahi Grad, Doval'e Glickman y Rotem Keinan.
Después de pasar por el Festival
de Sitges el año pasado, ‘Big Bad Wolves’ llega a salas españolas distribuida
por Filmax. Se trata del segundo largometraje de los israelíes Navo Papushado y
Aharon Keshales. Estos jóvenes cineastas crearon la primera película de terror
israelí ‘Kavelet’ en el 2010.
Una serie de brutales violaciones
y asesinatos a niñas aterrorizan un pequeño pueblo de Israel. Estos hechos
hacen que las vidas de tres hombres se crucen: El padre de la última víctima,
importante hombre de negocios sediento de venganza y que no puede contenerse
ante la ineficacia de la policía; un ex detective de policía con una forma de
actuar que roza la legalidad; y un profesor de religión, principal sospechoso
de los crímenes y que ha sido liberado debido a una negligencia policial.
Keshales y Papushado han sabido
utilizar las referencias del cine clásico negro combinándolo con las
filmografías de Tarantino, Vadja o Haneke. ‘Big Bad Wolves’ muestra una
perversa visión del cuento de la Caperucita
Roja , sólo que aquí el leñador es una víctima más y la
abuelita una vengadora de cuidado. Una visión paródica sobre cómo actúan las
fuerzas de la ley en Israel. ‘Big Bad Wolves’ muestra la cara más fría y cruel
de la humanidad disfrazada de venganza que queda casi relegada a un Macguffin.
La revancha y la ira del padre por la pérdida de su pequeña van dejando paso a
un sadismo propio de un psicópata.
El problema de la cinta es que
juega con un arma de doble filo. Por un lado sus puntos a favor es que Keshales
y Papushado saben utilizar las influencias del cine para llevarlas a su terreno
junto con que han decidido por apostar por el cine de terror en su país
convirtiéndose en vanguardistas pero por otro lado, esos mismos puntos
favorables hacen que ‘Big Bad Wolves’ sufra altibajos, especialmente en los
últimos actos. Los momentos de humor negro que tienen varios aciertos pero
también alguna metedura de pata, más bien en referencia a la duración de dichos
momentos. La ambigüedad del personaje del profesor por un lado mantiene la
intriga pero, por otro, tortura más al público que al educador ya que no saber
si culpable o inocente produce una sensación entre desconcierto, repugnancia y
aprobación.
Los realizadores han querido
abarcar todas las influencias en este filme y eso le pasa factura. Es como si
en una batidora se mezclen ‘Funny Games’, ‘Reservoir Dogs’, ‘Prisioneros’, ‘El
cebo’ incluso ‘La caza’. Demasiadas referencias metidas en un solo filme. Las
actuaciones son las que ensalzan al filme y le dan originalidad. Lior Ashkenazi
vuelve a demostrar porque es uno de los actores más reconocidos de su país. En
España ya se pudo ver su talento ‘Caminar sobre las aguas’ o ‘Pie de página’.
Rotem Keinan interpreta al profesor sospechoso, Keinan acierta en mostrar esa
imagen frágil pero que oculta algo. La incertidumbre acerca de su culpabilidad
es, en gran parte, por su interpretación. Tzahi Grad es uno de los actores más
veteranos de su país, su solvencia en la cámara se nota. El actor muestra una
mezcla de venganza, ira, psicopatía, crueldad, sadismo y placer de manera
espontánea lo que provoca aún más horror en el espectador.
‘Big Bad Wolves’ es un thriller
de humor negro sobre los principales miedos de la sociedad de Israel, sus
intentos de definir y reforzar la legitimidad de su estado, el miedo a los
secuestros y los ataques terroristas, la sensación constante de sentirse
vigilados, la intolerancia, la sobrevaloración del ejército, la ineptitud de
las fuerzas de seguridad, el machismo. La nota final es un 7. Todo en un envoltorio de cruel golosina.
Miguel Ángel Pizarro
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