viernes, 30 de mayo de 2014

Crítica de "Big Bad Wolves" : una 'Caperucita Roja' singular


Big Bad Wolves es una escrita y dirigida por Aharon Keshales y Navot Papushado. Estuvo en la selección oficial del Festival de Cine de Tribeca. Perteneciente al género de thriller y de nacionalidad israelí. Interpretada por Lior Ashkenazi, Tzahi Grad, Doval'e Glickman y Rotem Keinan.

Después de pasar por el Festival de Sitges el año pasado, ‘Big Bad Wolves’ llega a salas españolas distribuida por Filmax. Se trata del segundo largometraje de los israelíes Navo Papushado y Aharon Keshales. Estos jóvenes cineastas crearon la primera película de terror israelí ‘Kavelet’ en el 2010.

Una serie de brutales violaciones y asesinatos a niñas aterrorizan un pequeño pueblo de Israel. Estos hechos hacen que las vidas de tres hombres se crucen: El padre de la última víctima, importante hombre de negocios sediento de venganza y que no puede contenerse ante la ineficacia de la policía; un ex detective de policía con una forma de actuar que roza la legalidad; y un profesor de religión, principal sospechoso de los crímenes y que ha sido liberado debido a una negligencia policial.

Keshales y Papushado han sabido utilizar las referencias del cine clásico negro combinándolo con las filmografías de Tarantino, Vadja o Haneke. ‘Big Bad Wolves’ muestra una perversa visión del cuento de la Caperucita Roja, sólo que aquí el leñador es una víctima más y la abuelita una vengadora de cuidado. Una visión paródica sobre cómo actúan las fuerzas de la ley en Israel. ‘Big Bad Wolves’ muestra la cara más fría y cruel de la humanidad disfrazada de venganza que queda casi relegada a un Macguffin. La revancha y la ira del padre por la pérdida de su pequeña van dejando paso a un sadismo propio de un psicópata.

El problema de la cinta es que juega con un arma de doble filo. Por un lado sus puntos a favor es que Keshales y Papushado saben utilizar las influencias del cine para llevarlas a su terreno junto con que han decidido por apostar por el cine de terror en su país convirtiéndose en vanguardistas pero por otro lado, esos mismos puntos favorables hacen que ‘Big Bad Wolves’ sufra altibajos, especialmente en los últimos actos. Los momentos de humor negro que tienen varios aciertos pero también alguna metedura de pata, más bien en referencia a la duración de dichos momentos. La ambigüedad del personaje del profesor por un lado mantiene la intriga pero, por otro, tortura más al público que al educador ya que no saber si culpable o inocente produce una sensación entre desconcierto, repugnancia y aprobación.


Los realizadores han querido abarcar todas las influencias en este filme y eso le pasa factura. Es como si en una batidora se mezclen ‘Funny Games’, ‘Reservoir Dogs’, ‘Prisioneros’, ‘El cebo’ incluso ‘La caza’. Demasiadas referencias metidas en un solo filme. Las actuaciones son las que ensalzan al filme y le dan originalidad. Lior Ashkenazi vuelve a demostrar porque es uno de los actores más reconocidos de su país. En España ya se pudo ver su talento ‘Caminar sobre las aguas’ o ‘Pie de página’. Rotem Keinan interpreta al profesor sospechoso, Keinan acierta en mostrar esa imagen frágil pero que oculta algo. La incertidumbre acerca de su culpabilidad es, en gran parte, por su interpretación. Tzahi Grad es uno de los actores más veteranos de su país, su solvencia en la cámara se nota. El actor muestra una mezcla de venganza, ira, psicopatía, crueldad, sadismo y placer de manera espontánea lo que provoca aún más horror en el espectador.


‘Big Bad Wolves’ es un thriller de humor negro sobre los principales miedos de la sociedad de Israel, sus intentos de definir y reforzar la legitimidad de su estado, el miedo a los secuestros y los ataques terroristas, la sensación constante de sentirse vigilados, la intolerancia, la sobrevaloración del ejército, la ineptitud de las fuerzas de seguridad, el machismo. La nota final es un 7. Todo en un envoltorio de cruel golosina.


Miguel Ángel Pizarro


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